¿Realmente existe la depresión postvacacional o es una expresión manida que utilizamos cada verano cuando nos despedimos del sol, de la playa, del “dolce far niente” y nos enfrentamos de nuevo a la luz artificial de la oficina, a los jefes y al monótono trabajo de siempre?
Pues sí, existe y se trata, según los expertos, de un proceso adaptativo de las personas para las que la diferencia entre la rutina de las vacaciones y la vida trabajando es enorme. Pero, tranquilos, porque si no está asociado a otro problema psicológico, suele durar entre una y dos semanas.
Según la comunidad científica, no es una enfermedad, pero sí puede estar producida porque en gran parte de nuestro entorno el trabajo se considera una actividad negativa, obligada y sacrificada. Sin embargo, en las sociedades en que el trabajo se concibe como una actividad creativa, con sentido por sí mismo y digno para el ser humano, la depresión postvacacional prácticamente no existe.
SÍNTOMAS
¿Y cuáles son los síntomas más frecuentes de este proceso? Pues en algunos casos, la presión de la vuelta al trabajo llega a originar verdaderos cuadros de estrés agudo y con todas las manifestaciones emocionales, del comportamiento y físicas que lo caracterizan. A saber: malestar, ansiedad, depresión, palpitaciones, sudoración, aumento de las frecuencias respiratoria y cardiaca, cambios de humor, temblores y, evidentemente, disminución del rendimiento laboral. Estos signos y síntomas de estrés los manifiestan con mayor frecuencia las mujeres.
PERSONAS PREDISPUESTAS A SUFRIRLA
Un clima desagradable en el trabajo, una relación con los jefes distante o inadecuada, una menor capacidad para asimilar el estrés o no tener una red de apoyos puede propiciar que la vuelta al trabajo sea más dura e influir en que ese cambio sea mucho más brusco y por tanto que aparezcan los síntomas de la depresión postvacacional.
Pero, ¿hay personas más predispuestas que otras a sufrir este síndrome? Los expertos dicen que tiene que ver con el estado de salud física y mental de cada individuo. Las más predispuestas serían las personas con tendencia a la tristeza o que los momentos de estrés los desembocan en una fuerte ansiedad, así como aquellas que necesitan tenerlo todo bajo control para sentirse serenas. Todos estos condicionantes aceleran el proceso.
La edad, por ejemplo, sólo afecta en el principio y el final de la vida laboral. O sea, principalmente en becarios o trabajadores en prácticas, cuyo futuro laboral está en el aire y en aquellos que están a un paso de la jubilación y se reincorporan al trabajo con ganas de acabar, al pensar que su puesto es un mero trámite que no les aporta nada. Si nos centramos en el ámbito laboral, son los trabajadores en turnos rotativos, en ERTE o en un puesto en el que no tienen aún contrato indefinido los más afectados. Según los expertos, todo lo que implica incertidumbre agudiza mucho este proceso y hace que la transición sea más complicada y aumente la ansiedad.
SOLUCIONES PARA AFRONTARLA
Para los profesionales del Instituto Europeo de Psicología Positiva, es importante buscar soluciones y dar pequeñas pautas efectivas para paliar este síndrome. Vamos a nombrar algunas de ellas: Además de afrontar el proceso de adaptación al trabajo con humor, sería conveniente programar el regreso a casa de manera anticipada y relajada. Olvídese de dejarlo para el último momento. Con un par de días antes de incorporarnos al trabajo es suficiente para prepararnos física y mentalmente.
Al llegar al trabajo, si es posible, no empezar la actividad de una manera brusca. Es beneficioso, sin ser demasiado intenso, tener un tiempo para compartir con los compañeros las experiencias vacacionales. Es bueno incluso para crear un agradable ambiente de vuelta al trabajo. Mantener reuniones de una manera relajada para definir los objetivos del nuevo curso, sería otra de las pautas a tener en cuenta.
Es curioso, pero hay personas que afrontan la vuelta al entorno laboral como una liberación. Son aquellas que tienen una relación de pareja complicada, que han bregado mucho tiempo con los niños o que han tenido que organizar toda la intendencia vacacional. Los extremos se tocan, por eso dicen que en el medio está la virtud. Y el equilibrio.