La comida que reciben los bebés en el primer año de vida es de vital importancia ya que ajustan su metabolismo.
De ahí que la alimentación que reciben debe seguir unas pautas básicas que empiezan en los seis primeros meses. Los especialistas señalan que durante las 24 semanas de vida es mejor que se alimenten de la leche materna, y cuando no es posible con los biberones que sustituyen estos nutrientes.
A partir de los seis meses es recomendable ir añadiendo poco a poco la ingesta de otros alimentos. En este periodo, llamado de introducción, la leche sigue siendo el alimento primario, pero siempre combinado con sólidos y líquidos como purés y papillas que, a poder ser, se hagan en casa para controlar los nutrientes que se usan en su fabricación.
Así pues, cuando cumple el primer año, el bebé debe estar acostumbrado a todo tipo de alimentos. No obstante la forma en la que los pequeños reciban estos productos tendrán unas texturas y estarán cocinados de forma diferente para que sea más fácil de ingerir.
Los especialistas señalan que a partir del segundo año, los pequeños ya deben seguir una alimentación normal basada en la pirámide de alimentación saludable: cereales integrales, 2 o 3 raciones de frutas y verduras diarias; lácteos (3 tomas diarias); pescado o carnes (2-3 veces por semanas); huevos y legumbres (3 veces por semana); y por último alimentos precocinados, o con sales añadidas (una vez por semana).
En resumen, los nutricionistas recalcan la necesidad de seguir unos parámetros muy restrictivos con la alimentación de los primeros 24 meses de vida de los niños. Si se mantiene la alimentación señalada hay muchas opciones de crecer fuerte y sano, sin ningún problema de salud, y con pocas posibilidades de aparecer las primeras señales de sobrepeso.